viernes, 3 de junio de 2016

El largo camino hasta dar con la enfermedad.

Nuestro hijo era un niño que se desarrollaba correctamente. A los seis meses era un niño alegre e inquieto, por encima del percentil medio y que comenzaba a asimilar los nuevos alimentos como la fruta, la verdura y los cereales.
No observamos síntomas inmediatos pero el niño comenzó a perder su alegría, a estar irritable y solo querer estar en brazos todo el rato. Su vientre comenzó a inflarse a la vez que perdía peso. Mientras que con 8 meses pesaba casi los 10 kg. con 11 meses bajó hasta los 8 kg. El apetito que tenía y las ganas de probar alimentos nuevos le desapareció completamente hasta el punto de llevarse días completos sin querer probar nada, excepto alguna galleta o trozo del malvado pan.
Las visitas al pediatra fueron continuas y siempre las achacaban a gases, a los dientes, bronquitis... El día antes de su primer cumpleaños acudimos por enésima vez a la consulta, estaba una doctora que sustituía a nuestra pediatra, y fue ella la que espetó sobre la posibilidad de un cuadro celiaco. Esa misma noche acabamos en el hospital infantil, alentados por la doctora para que le hicieran pruebas, pero de allí nos fuimos nuevamente con un diagnóstico de bolsas de aire, heces altas y mucho sueño.
Nuestra intranquilidad como padres nos llevó a asegurar a nuestro hijo en una entidad privada y allí acudimos con nuestro problema. Un domingo de feria y por fin, gente sensata, se dió cuenta del estado de niño. Tenía la sintomatología clara de un celiaco de libro. Llego semidesnutrido y ordenaron el ingreso urgente. Pero en la sanidad privada no es oro todo lo que reluce y existen las carencias. Por desgracia, no cumplíamos con los 10 meses de asegurado que se debe tener para ingresar en planta. No obstante la pediatra del privado, a la que le estaremos eternamente agradecidos, ante la situación, llamó personalmente a urgencias del hospital infantil informando del caso y realizó informe clínico a la atención del equipo de digestivo. Con este empujón, al llegar al hospital público comprobaron el caso y nos dieron habitación en planta para poderle hacer todas las pruebas pertinentes a nuestro hijo así como ponerle los nutrientes suficientes para su recuperación.
El camino fue de algo más de dos meses desde que comenzamos a sospechar hasta que los médicos comenzaron a tratarlo. Y si dos meses son 60 dias, a nosotros se nos multiplicaron las horas al ver la debilidad de nuestro hijo y sentirnos totalmente impotentes.
Hoy en día, a punto de cumplir los 15 meses, nuestro hijo vuelve a ser el niño feliz que siempre había sido.

1 comentario :

  1. Lo mismo le paso al mio,alos 9 meses decaido ojeras solo queria dormir y casi no comia nada solo yogures y natillas y de 9 kilos que pesaba alos 9 meses se kedo en 7300 y ahora tiene20 y esta de maravilla.muchas gracias

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